Enterramientos fenicios tardoarcaicos, San Bartolomé/Chinchorros (Cádiz); © M.L. Lavado Florido
Un equipo internacional, en el que participa la Universidad de Sevilla, ha analizado datos genómicos de 210 individuos de época antigua. Sus conclusiones, publicadas en la revista Nature, desvelan que las ciudades fenicias del Levante mediterráneo contribuyeron poco genéticamente a las posteriores poblaciones púnicas del Mediterráneo central y occidental, a pesar de sus profundas conexiones culturales, económicas y lingüísticas.
Se trata de un resultado inesperado. “Encontramos poca contribución genética directa de los fenicios orientales a las poblaciones púnicas del Mediterráneo occidental y central”, afirma el autor principal, Harald Ringbauer, que era investigador postdoctoral en la Universidad de Harvard cuando comenzó esta investigación y ahora es jefe de grupo en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva. “Esto ofrece una nueva perspectiva sobre cómo se extendió la cultura fenicia: no a través de una migración masiva a gran escala, sino mediante un proceso dinámico de transmisión y asimilación cultural”.
En relación al estudio de las comunidades púnicas del sur de la Península Ibérica, se han estudiado muestras de algunas de las áreas funerarias más importantes de la región, asociadas a las principales ciudades costeras, como es el caso de Villaricos (Almería), Almuñécar (Granada), Málaga y Cádiz, además de la isla de Ibiza. Para el área andaluza, en el trabajo han contribuido investigadores del Museo Arqueológico Nacional, la Universidad Pompeu Fabra, el Museo Arqueológico de Granada, y las universidades de Cádiz, Málaga, Granada y Sevilla. Se han analizado individuos cuya datación se sitúa generalmente entre los siglos VI y I a.C., y que fueron inhumados en diversos tipos de tumbas en los espacios funerarios de estas antiguas ciudades portuarias.
El estudio destaca que los yacimientos púnicos albergaban a personas con perfiles ancestrales muy diferentes. “Observamos un perfil genético extraordinariamente heterogéneo en el mundo púnico”, afirma David Reich, profesor de Genética y Biología Evolutiva Humana en Harvard, que codirigió el trabajo. “En cada yacimiento, las personas presentaban una gran variabilidad en su ascendencia, siendo la fuente genética más importante personas con perfiles similares a los habitantes actuales de Sicilia y el Egeo, y muchas personas con una ascendencia significativa asociada al norte de África”.
La US ha participado en relación al estudio sistemático de la necrópolis fenicio-púnica de Gadir, en la actual bahía de Cádiz, proporcionando datos sobre los contextos arqueológicos y hasta una decena de muestras. Dada la dificultad de conservación del ADN antiguo, sólo dos de ellas han aportado información genética de interés para ser incluido en este trabajo, procedentes de los yacimientos de San Bartolomé / Chinchorros (en la zona extramuros de la actual Cádiz), y de Torre Alta (en San Fernando).
Las dataciones radiocarbónicas y el estudio de los objetos asociados permiten fechar la primera de ellas en el siglo VI a.C., en la fase de transición entre los periodos fenicio y púnico, mientras que la segunda procede de una comunidad de alfareros asentada en el ámbito rural en el siglo II a.C., en los momentos iniciales del dominio romano de la bahía. Estas muestras, junto a una tercera proveniente del yacimiento de Campo de Hockey (también en San Fernando), indican unos orígenes genéticos diversos para las poblaciones que habitaron la isla de Cádiz en época púnica, que se pueden relacionar tanto con las comunidades locales previas al asentamiento fenicio en la zona como con el norte de África y el Mediterráneo central (Cerdeña y Sicilia).
Los resultados subrayan el carácter cosmopolita del mundo púnico. Las personas con ascendencia norteafricana vivían junto a la mayoría de la población, de ascendencia principalmente siciliana y egea, y se mezclaron con ellas en todos los yacimientos púnicos estudiados, incluido Cartago. Además, las redes genéticas en todo el Mediterráneo sugieren que los procesos demográficos compartidos, como el comercio, los matrimonios mixtos y la mezcla de poblaciones, desempeñaron un papel fundamental en la configuración genética de estas comunidades. La investigación incluso ha permitido identificar a un par de parientes cercanos (aproximadamente primos segundos) que unían el Mediterráneo, uno enterrado en un yacimiento púnico del norte de África y otro en Sicilia.
“Estos hallazgos refuerzan la idea de que las antiguas sociedades mediterráneas estaban profundamente interconectadas, con personas que se desplazaban y se mezclaban a través de distancias geográficas a menudo grandes”, afirma Ilan Gronau, profesor de Informática en la Universidad Reichman de Herzliya (Israel), que codirigió el trabajo. Añade que «estos estudios ponen de relieve el poder del ADN antiguo en relación a su capacidad para arrojar luz sobre la ascendencia y la movilidad de poblaciones históricas de las que disponemos de registros históricos directos relativamente escasos, como es el caso de los fenicios».
Dalit Regev, arqueóloga de la Israel Antiquities Authority (IAA), que coordinó los aspectos histórico-arqueológicos del estudio, añade que “es sorprendente constatar que las personas que vivían en estos yacimientos púnicos, que se identificaban a sí mismas como cananeos, tirios y sidonios, basándose en inscripciones fenicias y bilingües, no descendían genéticamente de poblaciones del área sirio-palestina, al menos desde finales del siglo VI a.C. en adelante. Este hallazgo ofrece una nueva perspectiva sobre la historia cultural y religiosa del Mediterráneo en el I milenio a.C.”.
Profundizando en la presencia fenicia en Andalucía
Las investigaciones desarrolladas por la US han dado como resultado un prometedor estudio pionero en el área gaditana que supone un primer avance de un proyecto específico mucho más amplio, titulado ‘El ADN de los antiguos fenicios en Cádiz. Una aproximación a su estudio a partir de las necrópolis insulares’. Éste ha sido coordinado por Dalit Regev durante los años 2022 y 2023 en el Museo de Cádiz, con la participación fundamental de un amplio equipo de la Universidad de Sevilla, liderado por los profesores Antonio Manuel Sáez y Eduardo Ferrer, del Grupo de Investigación HUM-152) junto a investigadores de centros de investigación mediterráneos y la Harvard Medical School.
Este proyecto ha aplicado en el caso de Cádiz una metodología de muestreo y análisis similar al estudio publicado en Nature, pero sobre una población bastante más numerosa (más de medio centenar de individuos de diversas cronologías) y en combinación con el estudio de los ajuares y tipologías de enterramiento, objeto de la tesis doctoral de la investigadora predoctoral M.L. López Jurado. Todo ello permitirá obtener en los próximos años una panorámica mucho más detallada, excitante e inédita, sobre la evolución de los perfiles genéticos desde la etapa fenicia hasta la romana inicial en una de las principales ciudades portuarias de la Península Ibérica en la Antigüedad, y acerca de las conexiones entre identidades culturales, materiales y relaciones biológicas entre las diversas áreas de la necrópolis a lo largo de varios siglos.
La cultura fenicia surgió en las ciudades-estado de la Edad del Bronce de la franja sirio-palestina, desarrollando innovaciones destacadas como el primer alfabeto (del que derivan muchos sistemas de escritura actuales). A principios del primer milenio a.C., las ciudades fenicias habían establecido una vasta red marítima de puestos comerciales que se extendía hasta la Península Ibérica, difundiendo su cultura, religión y lengua por todo el Mediterráneo central y occidental. En el siglo VI a.C., Cartago, una colonia costera fenicia situada en la actual Túnez, alcanzó un enorme desarrollo urbano, político y económico y a partir de entonces tuvo un papel preeminente en Occidente. Estas comunidades de raíces fenicias aliadas o gobernadas por Cartago fueron conocidas por los romanos como púnicas. El empuje socio-económico y militar cartaginés dejó su huella en la historia, y es especialmente conocido por las tres Guerras Púnicas que enfrentaron a la ciudad tunecina con la emergente República de Roma, incluida la popular campaña del general cartaginés Aníbal para cruzar los Alpes e invadir Italia.
El nuevo estudio tenía como objetivo utilizar el ADN antiguo para caracterizar la ascendencia de las comunidades púnicas y buscar vínculos genéticos entre ellos y los fenicios levantinos, con quienes compartían una cultura y un idioma comunes. Esto ha sido posible gracias a la secuenciación y el análisis de una muestra muy amplia de genomas de restos humanos enterrados en 14 yacimientos arqueológicos (necrópolis) fenicios y púnicos repartidos por el Mediterráneo oriental, el norte de África, la Península Ibérica y las islas de Sicilia, Cerdeña e Ibiza.
Referencia bibliográfica
Ringbauer, H., Salman-Minkov, A., Regev, D. et al. Punic people were genetically diverse with almost no Levantine ancestors. Nature (2025). DOI: 10.1038/s41586-025-08913-3