Cuando se impuso la prohibición a las esteticistas en el Afganistán, Shirzoy, de Qala-e-Naw, perdió su salón de belleza. Con este se fue una de las razones que le daban sentido a su vida.

“Me sentí devastada y caí en depresión”, cuenta*.

Desde que los talibanes tomaron el poder en 2021, las restricciones impuestas a la mujer en el ámbito laboral han provocado su marginación y han costado a Afganistán 2000 millones de dólares estadounidenses en términos de producto interno bruto (PIB), según estimaciones que realizamos en el Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD). El ingreso per cápita de los hogares se ha desplomado casi a la mitad.

Con una tasa de empleo femenino de apenas el 7 % en 2023 y restricciones cada vez mayores para moverse libremente y trabajar, estos pequeños negocios se han convertido en una de las pocas alternativas viables de sustento para el 80 % de los hogares encabezados por mujeres.

Solidaridad, empoderamiento y apoyo

Las empresas lideradas por mujeres representan un espacio de solidaridad, empoderamiento, apoyo emocional y conexión social.

A muchas personas les pareció inusual que, en 2022, PNUD apoyara la supervivencia y creación de negocios de mujeres. Tres años después, 80.000 empresas han recibido formación, financiamiento, acceso a nuevos mercados, energía o digitalización, generando 400.000 puestos de trabajo.

Poder trabajar y convivir con otras personas fuera del hogar les ha cambiado la vida a muchas mujeres afganas: ha fortalecido su confianza, su independencia, su capacidad de sanar y su esperanza.

Shirzoy, la única proveedora de su familia de siete personas, logró empezar de nuevo gracias al respaldo de PNUD. Hoy dirige un pequeño negocio de artesanías, donde elabora productos como alfombras tejidas. 

Trabajar con otras mujeres ha mejorado mi salud mental. Incluso recibimos pedidos internacionales, aquello me devolvió la esperanza y la fuerza para volver a salir adelante por mí misma”.

Las mujeres como parte de la sociedad

“Desde un punto de vista psicológico, es muy importante que las mujeres participen en la sociedad”, dice Shabita, quien dirige ARS Saffron en Herat. Respaldada por una iniciativa financiada por la Unión Europea, Shabita pudo modernizar su equipo de trabajo, contratar a 20 mujeres y aumentar su sueldo.

Shabita Omidwar junto a sus empleados en su empresa que procesa, envasa y vende azafrán y recibió una subvención del PNUD/UE, en la ciudad de Herat, al oeste de Afganistán, el 12 de noviembre de 2024. (Foto de Elise Blanchard para el PNUD).
Elise Blanchard

“Me enorgullece haber creado esta compañía y poder ofrecer empleo a otras mujeres. Tener sus propios ingresos les permite no depender de nadie ni tener que pedir nada”.

Nuevas restricciones, como la Ley de Moralidad de agosto de 2024, han aumentado considerablemente los retos operativos que enfrentan las empresas. Una encuesta realizada por PNUD entre más de 600 negocios de mujeres, revela un panorama marcado por la resiliencia  en contextos cada vez más restrictivos.

La legislación ha obstaculizado los esfuerzos de comercialización de casi la mitad de las encuestadas, pues las restricciones que exigen la presencia de un acompañante masculino (mahram) han dificultado los viajes laborales y elevado los costos operativos. Además, más de una cuarta parte de las empresas se han visto obligadas a imponer códigos de vestimenta estrictos y a aplicar la segregación por género.

Mientras las restricciones van en aumento, acceder al financiamiento se ha vuelto cada vez más difícil para estas empresarias. Aun así, persisten. Un impresionante 76 % de mujeres expresó la determinación de continuar operando su negocio, frente a apenas un 6 % que contemplaba la posibilidad de cerrarlo.

¿Qué necesita un negocio para crecer?

El primer paso es salir de la “micro trampa”. Es más difícil que mujeres propietarias consigan préstamos bancarios, por lo que, a menudo, dependen de microcréditos o de endeudamiento para hacer frente a cualquier tipo de continuidad o expansión. Muchas no cuentan con garantías y los activos generalmente no están registrados a su nombre. Tampoco tienen formación financiera, de comercialización ni de gestión.  

Susan tiene un restaurante en Qala-e-Naw donde prepara mantus y ashaks, empanadillas típicas afganas, y recibe encargos para bodas y celebraciones. Intentó acceder a un préstamo bancario, pero no pudo asumir las condiciones.

“Me siento orgullosa de lo lejos que he llegado, pero uno de mis principales retos sigue siendo la falta de capital. Uno de mis sueños es abrir un restaurante en la ciudad de Herat para atender a personas que vienen del extranjero”.

La mayoría de estos negocios, incluido el de Susan, operan desde casa. Apoyar su crecimiento podría reducir su confinamiento al espacio doméstico, una realidad que está afectando la salud mental de muchas mujeres afganas.

“Tenemos un espacio para trabajar libremente”

En el distrito rural de Pashtun Zarghun, un centro comunitario recién restaurado capacita a más de 170 mujeres en costura, tejido de alfombras y bordado, como camino hacia su independencia económica. Mozghan es una de ellas.

Es la primera vez que muchas de nosotras tenemos un espacio para trabajar libremente. Aquí las mujeres conversan, comparten sus problemas, se ríen juntas. Es sanador – Mozghan, madre de cinco hijos y directora del centro comunitario de mujeres.

Mozghan Mohamadi, de 27 años y madre de 5 hijos, es propietaria de una sastrería y directora del centro comunitario rehabilitado por la UE y el PNUD en el pueblo de Deh-Mirsad, distrito de Pashtun Zarghun, provincia de Herat (Afganistán). Se encuentra en…
Elise Blanchard

La demanda supera la capacidad del centro, que necesita más capital, materiales y equipo.

“Acá, muchas otras mujeres sueñan con trabajar, emprender y ganar dinero para poder valerse por sí mismas”

Una segunda línea de acción consta en ayudar a empresas más grandes, muchas de las cuales ya emplean a cientos de mujeres, a ampliar sus operaciones y sortear los obstáculos con los que se enfrentan. Es fundamental que accedan a financiamiento, programas de formación e iniciativas para mejorar su acceso al mercado.

Para muchas mujeres y niñas con pocas opciones de aprendizaje, la formación profesional puede ofrecer habilidades valiosas tanto para el trabajo como para la vida. Al mismo tiempo, las empresas lideradas por mujeres se han convertido en plataformas clave para generar redes de apoyo y encontrar soluciones colectivas.

Una cuestión de vatios

La energía también desempeña un rol fundamental. En un país donde la electricidad es cara e inestable, la energía solar está ayudando a las empresarias a reducir costos y aumentar la productividad. Esto permite que sus negocios amplíen sus horas de funcionamiento y mejoren las condiciones laborales con mejor ventilación y calefacción.

En Kabul, Safe Path Prosperity produce productos de higiene femenina, un servicio vital para un país en el que más del 90 % de las mujeres tiene que vivir sin ellos. Gracias al apoyo del Gobierno del Japón, PNUD instaló paneles solares, permitiendo a la empresa ampliar su horario de funcionamiento y reducir los costos energéticos.

“Nuestra misión es simple pero transformadora: generar oportunidades de empleo digno para mujeres y niñas en situación de vulnerabilidad social y económica en el Afganistán. No solo operamos máquinas, iluminamos un camino hacia la resiliencia económica para mujeres y niñas afganas”, cuenta Arezolíder del equipo.

Una de las partes más difíciles del trabajo de Arezo es decir “no” a las mujeres que llegan día a día en busca de empleo. Es una muestra clara del anhelo y del potencial que existe por acceder a empleos dignos y significativos.

Gracias al respaldo de donantes y socios clave, el trabajo realizado desde PNUD con empresas lideradas por mujeres ha logrado un impacto significativo con una inversión financiera relativamente pequeña. Además de los cientos de miles de empleos generados de forma inmediata, ha mejorado las condiciones de vida de cerca de 2,7 millones de personas.

Las mujeres afganas no piden beneficencia; piden una oportunidad justa para salir adelante. Contra todo pronóstico, están generando ingresos, empleo y construyendo vidas más plenas y enriquecedoras para otras mujeres y niñas.

Ampliar el acceso a la financiación, garantizar préstamos, ofrecer condiciones preferenciales en los mercados internacionales y fortalecer las redes de apoyo puede acompañar el crecimiento de las empresas lideradas por mujeres y contribuir a construir un futuro más próspero para el Afganistán.

*Este artículo fue publicado originalmente en el sitio internet del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo el 19 de mayo de 2025.

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