LA SEQUÍA Y LA VIOLENCIA EN EL NORTE DE KENIA AMENAZAN A LA INFANCIA
Miles de niños y niñas se enfrentan a la hambruna a causa del empeoramiento de la sequía que afecta al norte de Kenia. El gobierno del país está distribuyendo raciones de comida entre las comunidades que viven en las zonas más afectadas y solicita ayuda urgente a la comunidad internacional para salvar las vidas de unos 2,5 millones de personas. La situación se ve agravada por una creciente ola de violencia y ataques en las zonas rurales por parte de milicias armadas
Khalil Mahamoud, de 14 años, es uno
de estos niños y niñas que luchan por sobrevivir. Junto a su amigo
Adow Abdi, ha caminado toda una noche para poder llegar al punto de
agua más cercano a su localidad, Tarbach, en el noreste de Kenia.
Khalil dice que antes de la sequía, su padre, un pastor nómada
poseía unas 100 vacas. En los últimos dos meses, más de la mitad de
su Ganado ha muerto de hambre. Para salvar al resto de las vacas,
el padre de Khalil y sus hermanos mayores se han desplazado a
Somalia en busca de pastos. Khalil permanece en Kenia junto a su
madre y cuatro hermanos menores. “No hay comida en casa”,
dice. “Bebemos te negro o cocemos corteza de árbol y bebemos el
agua. La corteza tiene un sabor ácido y me marea, pero no siento
tanta hambre”.
Malnutrición y
riesgo de enfermedades Los niños y niñas malnutridos son
especialmente vulnerables a enfermedades como la malaria, la
neumonía y la diarrea. Durante la última campaña de vacunación
contra la polio llevada a cabo por UNICEF, más del 80% de los niños
y niñas de las áreas más afectadas recibieron suplementos de
vitamina A para reforzar su sistema inmune. Sin embargo las graves
restricciones de agua, que afectana a más de medio millón de
personas, los sistemas deficientes de saneamiento y la limitación
en los servicios de salud, hacen empeorar la situación de todos
estos niños y niñas.
Farhia Ahmed, de 25 años, se ha
desplazado junto a su marido y sus cinco hijos a un Nuevo
asentamiento en las afueras de Kotulo, en el distrito de Mandera.
No hay baños en el asentamiento y el centro de salud más cercano
está a tres kilómetros. “Si no llueve pronto, mis hijos
morirán”. Pero aunque lloviera inmediatamente, la recuperación
llevaría varios meses. Ha habido muchas pérdidas entre el ganado y
los animales que aún sobreviven están débiles.
Acción de UNICEF
En colaboración con el gobierno, y
en colaboración con ONG aliadas como Acción contra el Hambre y
Merlin Internacional, UNICEF está distribuyendo suplementos
alimenticios a cientos de niños y niñas malnutridos y mujeres
embarazadas o lactantes, en los distritos de Garissa, Wajir y
Mandera. UNICEF está también aportando agua, saneamiento y apoyo a
los equipos de respuesta rápida La violencia de clanes traumatiza a
los niños. La historia de Alí
Uno de los niños afectados por la crecienteviolencia en el norte de Kenia es Alí, de 8 años.
Alí perdió la pierna izquierda debido a un disparo que le hicieran
unos bandidos en un suministro de agua cercano a Rhamu, en el
distrito de Mandera. Alí no puede recordar lo que ocurrió. Tiene
miedo, y cree que todos los extraños lo van a llevar de nuevo al
hospital. Zainab, su hermana mayor sí que puede contar lo que
sucedió. Describe cómo cuatro bandidos de un clan rival vinieron y
mataron a su hermano Adén. Luego mataron a su madre Habiba y se
volvieron contra Alí. «Le dispararon a la pierna y al
estómago», dice Zainab a través de un intérprete, luego
espantaron los animales y se fueron, creyendo que estaba muerto. Al
preguntarle si Alí fue disparado intencionalmente, Zainab responde
con escalofriante frialdad: «Por supuesto, de este modo» y
escenifica una ejecución.
Una vez que Alí supera el terror que le suscitan las personas
extrañas, es un niño alegre y travieso. Maneja muy bien sus
muletas, pese a haber salido del hospital hace sólo unos días.«El próximo período, empezaré a ir a la escuela», dice«si pueden convencer a los maestros de que se queden».
Socorrer a niños y niñas atrapados por un conflicto
La historia de Alí no es
infrecuente. Prácticamente todos los niños y niñas de esta zona
fronteriza con Somalia y Etiopía han sido afectados por el
conflicto. Aun para aquellos que no han sido víctimas de la
violencia, las escuelas se cierran con frecuencia debido a la
inseguridad.
El representante de UNICEF en
Kenia, ha encomiado los esfuerzos del gobierno del país para
arbitrar la paz entre los grupos en conflicto, algunos de los
cuales se han visto coronados por el éxito. «No obstante, el
riesgo de que haya más violencia se mantiene», dice, «y el
legado de estos ataques brutales marca a los niños durante meses,
años y hasta para el resto de sus vidas».
Para proteger a los niños y niñas
de la violencia y ayudar a su recuperación, UNICEF
solicitó fondos en octubre para establecer 10 centros de protección
y para garantizar que las escuelas sigan abiertas para unos 40.000
alumnos que de otro modo habrían abandonado los estudios debido a
las tensiones provocadas por la sequía, la violencia o ambas cosas.
La educación de las niñas, un factor decisivo en la mejora de la
salud y supervivencia infantiles, es muy baja en el norte de Kenya.
Menos de un tercio de las niñas ha asistido alguna vez a la
escuela.
El origen de los ataques es la
pobreza, la ilegalidad, el mal gobierno y la falta de inversiones y
desarrollo, incluido el acceso inadecuado a los servicios de salud
reproductiva, a las escuelas y a los suministros de agua. Todos
estos factores exacerban la competencia por los recursos durante
los tiempos de escasez.