UNA VALIENTE NIÑA TAILANDESA QUE VIVE CON EL VIH CUENTA SU HISTORIA
Una colaboración entre un orfanato y una de las más famosas compañías de danza de África muestra como se pueden transmitir mensajes sobre el VIH/SIDA a través de la actuación artística, al tiempo que se demuestra el poder transformador del arte
En la desvencijada sala de
reuniones de la AIDS Access Foundation, una pequeña ONG
que funciona en la región septentrional de Tailandia, se sienta Noo
(nombre ficticio), una niña de 12 años de edad.
Tanto el padre como la madre de Noo murieron de enfermedades
relacionadas con el SIDA, y Noo también se contagió con el VIH.
En algunos aspectos, Noo parece
mucho menor de 12 años, debido a que el virus la ha dejado delgada
y le ha robado gran parte de su energía. Pero en otros aspectos,
como su mirada y la facilidad con que emplea términos médicos como
«antirretroviral» e «infección oportunista», parece mucho mayor de
lo que realmente es.
Huérfana, pobre e infectada con el
VIH, Noo vive con su abuelo, que es alcohólico. Noo está a cargo de
su hogar, ya que se encarga de la limpieza, de las finanzas, de
ocultar el dinero para que su abuelo no lo encuentre y de darle a
éste un estipendio para sus gastos personales. Noo debe viajar 70
km para obtener los medicamentos que necesita. Sólo pueden
ingerirlos en forma de líquidos, debido a lo cual
cada vez que obtiene medicamentos para todo el mes debe transportar
una carga pesada. Noo no confía en los medicamentos
antirretrovirales en píldoras porque dice que su madre los tomaba
así y que a pesar de ello murió.
Esta es historia de Noo, en sus propias palabras
«Estoy enferma desde hace alrededor
de un año. Me quedo sin aliento y tengo muchos ataques de tos. Fui
al hospital de la zona y un médico me dijo que tenía una infección
oportunista. Esa vez fui con mi madre, que todavía estaba viva. Me
hicieron algunas pruebas, aunque yo no sabía qué era lo que estaba
sucediendo. El doctor tampoco supo qué era lo que tenía, de manera
que me enviaron al Hospital Chiang Mai. Allí le dijeron a mi madre
que yo tenía el VIH. Yo sabía que VIH quiere decir SIDA y que me
iba a debilitar».
«Mi madre murió ese mismo año.
Después de su muerte, mi abuelo comenzó a emborracharse
constantemente y a pegarme y gritarme con frecuencia. Durante un
tiempo me fui a vivir a una fundación, pero mi abuelo me extrañaba.
Ahora bebe poco y todavía puede trabajar. Todos los días me lleva a
comer y luego me pone en el autobús que me lleva a AIDS
Access».
«Tomo los medicamentos
antirretrovirales todos los días. Los tengo que tomar a las siete
de la mañana y a las siete de la tarde, exactamente. Tomo esos
medicamentos desde hace cuatro meses y me siento más fuerte, y me
puedo alimentar».
«Voy al médico una vez por mes.
Viajo sola, pero eso no es un problema. Sin embargo, al regresar
tengo que traer esa pesada carga de medicamentos sin que nadie me
ayude».
«Un enfermero me dio un reloj para
que pudiera tomar los medicamentos a la hora exacta. El reloj es
muy útil porque tiene una alarma que suena cada vez que tengo que
tomar los medicamentos. Si no fuera por ese reloj, me olvidaría. No
le tengo miedo al SIDA. Si me olvido de tomar los medicamentos,
debo hacerlo de inmediato».
«Si tomo los medicamentos, la
enfermedad mejora. Nunca me liberaré de ella, pero si tomo los
medicamentos no me voy a sentir mal».
«Cuando mis amigos se enteraron de
que estaba enferma, no venían a jugar conmigo porque me veían tan
delgada. Me decían: «No vengas a estudiar con nosotros porque
tienes SIDA». Pero yo sé que el SIDA no es algo que uno se puede
contagiar fácilmente, y también sé que a uno no le da SIDA por
jugar con otros. Ahora mis amigos comprenden y me vienen a visitar
a casa, o yo voy a la suya. Y sus padres los dejan jugar
conmigo».
«A la escuela no voy porque todavía
no me siento bien. La maestra quiere que mejore un poco antes de
que vuelva a clase. Esperaré hasta el año próximo».
«Quiero estudiar y ser una mujer de
negocios. Estoy un 99% segura de que tendré fuerzas suficientes
para hacerlo, pero no puedo estar absolutamente segura porque tengo
un problema pulmonar y en la temporada de frío y lluvias tengo
dificultades respiratorias»
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