La carga de la infancia: en Somalia, azotada por la sequía, es difícil encontrar unos recursos que escasean

Las familias caminan durante días por el inmenso y reseco paisaje del sur de Somalia, tirando de los niños y las cabras, siguiendo los rumores de lluvia. Por fin, unos infrecuentes aguaceros los hacen detenerse entorno a charcas recién formadas, y se establecen allí. Sin embargo, apenas unas horas después, todo lo que quedan son charcos de agua fétida

Nuuriyo Ibrahim Abdirahm, de 12
años, recoge agua del charco poco profundo con un vaso de plástico,
literalmente vaso a vaso, intentado evitar que se produzca
demasiado cieno.

Esta es la vida de Nuuriyo. Emplea
sus días simplemente recogiendo agua, o buscándola. Nunca ha ido a
la escuela, y jamás ha sabido lo que es disfrutar de agua
corriente.

Vidas que penden de un hilo

«Por la mañana voy a por agua, y luego cuido de las cabras», dice
Nuuriyo con timidez, en somalí. «Lo hago todo».

Nuuriyo pasa la mayor parte de la tarde bajo el sol abrasador,
cuidando del menguante rebaño de cabras de su
familia. Buena parte de su ganado ha muerto durante la sequía de
dos años que afecta el Cuerno de África. Quiere ir a la escuela,
pero no puede, porque se están desplazando constantemente.

Nuuriyo tampoco ha comido demasiado últimamente; su alimentación
consiste en sorgo seco y algún que otro vaso de leche de cabra.
Pero para lo joven que es, una carga enorme recae sobre sus
hombros. En el charco cenagoso debe competir con animales mientras
espanta las moscas. Una vez ha llenado el cubo, camina con las
otras mujeres y niños de regreso a su hogar temporal.

«Si no hay lluvia, nuestro ganado morirá», afirma. «¿Qué debemos
hacer ahora? Hemos perdido muchos animales, la mayoría han muerto
ya. No sabemos a dónde ir o qué hacer.»

Los niños dependen de la ayuda

En Somalia son pocas las personas
que tienen acceso fácil a agua potable, pero para pastores como la
familia de Nuuriyo -dispersos en un amplio territorio, y a los que
no es fácil llegar- la búsqueda es interminable. Al encontrarse en
los márgenes de la sociedad sedentaria, los
camiones de agua simplemente pasan de largo delante de sus casas
improvisadas, en dirección a una comunidad permanente que vive en
una aldea lejana.

En Somalia, así como en otras
partes remotas del Cuerno de África, a medida que son más y más
quienes buscan desesperadamente recursos que escasean, aumenta el
número de personas dedicadas al pastoreo. Hace 15 años que aquí no
existe un verdadero gobierno operativo. En esta última crisis, el
mayor desafío para los grupos humanitarios es encontrar nuevas
formas de ayudar a la gente a llevar una vida que no esté
totalmente determinada por la búsqueda constante dealimentos y agua.

«Nos atemoriza mucho lo que va a
suceder en los meses siguientes», dice Christian Balslev-Olesen,
Representante de UNICEF en Somalia. «No habrá comida, ni forma de
sobrevivir llevando una vida normal. Esto significa que los niños
dependen por completo del tipo de ayuda que podamos
proporcionarles: alimentos, agua, sanidad y nutrición.»

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