Hacer frente a un legado de violencia en Sierra Leona
La guerra de Sierra Leona, que duró una década y dejó 50.000 muertos, fue una de las más brutales de África. Las atrocidades cometidas contra las mujeres, niñas y niños fueron habituales. La guerra convirtió a los niños y niñas en máquinas de matar bajo los efectos de la droga, y tuvieron que realizar funciones impropias de su edad
«A estas niñas y niños se les
concedían altos rangos. Se les nombraba coroneles y
generales, y esto hacía que se sintieran poderosos», dice
el Funcionario de Protección de la Infancia para UNICEF Michael
Charley.
Mañana se celebra en todo el mundo
el Día del Niño Africano y el tema de este año, «Frenar la
violencia contra la infancia», tendrá una especial resonancia para
los niños y niñas de Sierra Leona.
Los fantasmas de la guerra
El Día del Niño Africano rinde
homenaje a la memoria y el coraje de las niñas y niños sudafricanos
muertos y heridos durante la sublevación de 1976 en Soweto, cuando
miles de estudiantes tomaron las calles para protestar contra la
mala calidad de su educación y exigir el derecho a
una enseñanza en su propia lengua.
Treinta años más tarde, la
celebración anual es una oportunidad para reflexionar sobre el
proceso en marcha hacia la salud, educación, igualdad y protección
para todos los niños y niñas del continente.
Durante la guerra en Sierra Leona,
10.000 niñas y niños fueron reclutados como porteadores,
combatientes o esposas. Al terminar la guerra en 2002 se puso de
manifiesto la magnitud del terrible legado en la Comisión de la
Verdad y Reconciliación en Sierra Leona, diseñada a partir del
modelo de la Comisión sobre los Crímenes del Apartheid en
Sudáfrica.
Aunque el grupo rebelde Frente
Unido Revolucionario fue el mayor responsable de
los crímenes contra los niños, niñas y mujeres de Sierra Leona, los
combatientes de la milicia también cometieron buen número de ellos.
En todas partes, los fantasmas de la guerra acechan a los
vivos.
Los niños y niñas luchan denodadamente
El perdón a cambio de
la verdad es esencial para la labor de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación. La lucha por la justicia está en curso, mientras el
antiguo Presidente de Liberia Charles Taylor aguarda en unjuzgado especial de las Naciones Unidas en
Freetown, esperando ser juzgado por sus crímenes de guerra en La
Haya.
La Comisión parece haber restañado
algunas de las heridas, pero las auténticas cicatrices dejadas en
las niñas y niños no se pueden ver.
«Los rebeldes vinieron a todas las
ciudades porque querían multiplicar sus instrumentos de guerra.
Secuestraron a esas niñas y niños, los entrenaron para convertirlos
en rebeldes y los drogaron», dijo el obispo Joseph Humper,
presidente del Comisión.
«Ahora esos niños tienen que
regresar a la sociedad y luchar denodadamente por su infancia»
añade el obispo Humper.
«Perdieron años de estudios.
Perdieron una etapa crucial de desarrollo psicológico general que
se suponía debían realizar para convertirse en personas
responsables».
Violencia en las sombras
Mientras, en el convento de Makeni
para niñas y niños con problemas de audición, un joven de 17 años
permanece de pie frente a sus compañeros de clase y dibuja un
AK-47. No puede hablar ni oír pero aun así comunica lo que le
sucedió durante la guerra. Se señala la cabeza para indicar que
estaba drogado y gesticula como si estuviera disparando una
pistola.
Todos los niños de aquí han vivido
años confusos de temores incalificables, algunos
incluso han cometido asesinatos.
En la actualidad, las pancartas de
paz en Sierra Leona declaran enérgicamente una nueva era: ‘No. No a
la guerra. Queremos la paz’. Pero la violencia contra las niñas y
niños todavía merodea en las sombras. Los cines ambulantes en los
que se muestran escenas de extrema violencia y de violaciones
proliferan en las concurridas callejas de Freetown y de otras
ciudades. La entrada a las barracas donde se proyectan sólo cuesta
unos pocos céntimos, de manera que se llenan de público
infantil.
Sin embargo, por primera vez en la
historia de Sierra Leona, estos niños cuentan con alguna ayuda.
Discretamente ocultos en hospitales, se han puesto en marcha unos
nuevos centros para ayudar a las jóvenes víctimas de abusos
sexuales, aunque los fondos para dichos centros son
precarios.
Aquí, la mayoría de las violaciones
no llegan a denunciarse pero, para los que tienen el valor
suficiente de buscar justicia dentro de la ley, existe un recién
creado cuerpo de policía de mujeres y hombres de paisano que
llevará sus casos a las unidades de apoyo familiar anexas a las
estaciones de policía.
Aunque pocos casos llegan hasta la
corte, Sierra Leona está empezando a tomarse en serio los abusos
cometidos a sus niños y niñas. Pero la verdadera justicia todavía
está muy lejos.