Soldados que vuelven a ser niños en Uganda

Pasar 10 años en primera línea de combate puede ser una experiencia traumática. Más aún si quien llega a esa situación es una niña de 7 años. Miles de niños y niñas son secuestrados en Uganda para luchar como niños soldado. Gracias al trabajo de UNICEF y sus aliados muchos de ellos pueden aspirar ahora a un futuro libre de violencia

Cuando Sarah (no es su nombre real)
fue secuestrada por el Ejército de Resistencia del
Señor cuando tenía 7 años. No volvió a ver a su familia hasta el
año pasado, cuando tenía 17.

El regreso no fue fácil: sólo
consiguió convencer a un jefe del Ejército de Resistencia del Señor
porque estaba embarazada. Muy pocos niños logran
salir de su situación como soldados: la liberación de los niños y
niñas secuestrados por los grupos armados es un acontecimiento muy
poco frecuente, pero los casos de cautivos que logran huir son
todavía más escasos. Un hermano de Sarah también fue secuestrado y
se teme que haya muerto en cautiverio.

UNICEF ayuda a los niños y niñas
secuestrados que han recuperado la libertad, como Sarah, dando
apoyo a centros en los que reciben orientación psicosocial. Estos
centros también se dedican a localizar a las
familias
de los menores secuestrados. En esas labores,
UNICEF cuenta con aliados muy importantes, como la organización
comunitaria Empowering Hands, un grupo de apoyo entre jóvenes y
adolescentes que fue fundada en 2004 por personas que habían
sufrido cautiverio.

Música y danza para lograr la autonomía y la reintegración

Empowering Handsorganiza debates en las comunidades y crea conciencia en la
población acerca de los secuestros de niños y niñas mediante
presentaciones musicales y representaciones teatrales. La
recaudación de esas representaciones artísticas se destina a un
fondo rotatorio con el que se ayuda a los integrantes de la
agrupación a poner en marcha proyectos de generación de ingresos.
Sarah forma parte de la compañía musical y de danzas de Empowering
Hands en el campamento de Amuru. Hoy en día, la joven habla con
esperanza sobre la posibilidad de reanudar sus estudios
escolares
mientras se gana la vida como costurera y se
mantiene a sí misma y a su hijo.

«Debido a mi participación en
Empowering Hands, mi vida es ahora más llevadera», comenta Sarah.
«Comienzo a ver posibilidades».

Este año, más de 2.000 niños y
niñas ugandeses que sufrieron cautiverio han recibido ayuda de
agrupaciones de apoyo basadas en la comunidad como Empowering
Hands. El número de casos registrados de secuestros de niños y
niñas ha ido disminuyendo desde agosto de 2006, cuando el Gobierno
de Uganda y el Ejército de Resistencia del Señor acordaron un
histórico cese de las hostilidades. Sin embargo,
aún no se vislumbra la liberación de unos 1.500 niños, niñas y
mujeres que permanecerían todavía en manos de ese grupo
rebelde.

Apoyo comunitario

«Para que las vidas de los ex
secuestrados puedan volver a la normalidad, es necesario que la
mayor parte del apoyo que reciben provenga de sus comunidades»,
afirma Keith McKenzie, que dirige las operaciones de UNICEF en
Uganda. «Si no se les brinda a la comunidad y a los liberados la
oportunidad de sentirse dueños del esfuerzo, se está desperdiciando
la posibilidad de que los niños y jóvenes, que son nuestros
recursos más valiosos, crezcan en un clima de paz y
tolerancia».

La participación plena de la
comunidad constituye un componente integral de la creación de un
ámbito de protección para los liberados y sus familiares. Las
comunidades pueden resolver de manera conjunta los problemas del
estigma de las víctimas, la falta de recursos económicos, la
vulnerabilidad  y otros desafíos a los que se suelen enfrentar
quienes han sufrido secuestro y cautiverio.

La primera preocupación de Sarah,
que vive con su hijo en una choza de barro con techo de paja, es el
futuro del pequeño. Sarah afirma que el niño tendrá que ir a la
escuela y recibir atención médica adecuada. Y dice que su hijo no
tiene por qué sufrir las pesadillas de los
combates que debió padecer ella.

«Me siento muy enfadada por lo que
sucedió, porque no debió haber sucedido», afirma Sarah en voz baja.
«Quiero que todos aquellos en cuyo poder esté hacer algo para poner
fin a esta guerra lo hagan».

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