Tras el terremoto, los niños chinos dan los primeros pasos hacia la recuperación

Más de dos semanas después que un devastador terremoto derribara escuelas, destruyera ciudades enteras y causara unas 67.000 víctimas en la Provincia de Sichuan, los niños y niñas de las zonas más castigadas por el desastre sufren aún efectos psicosociales que dificultan su vuelta a la normalidad

Unos 1.000 estudiantes de
internados de los municipios circundantes viven actualmente en las
instalaciones de la Universidad Sudoccidental de Finanzas y
Economía de Chengdu. Cuando llega información sobre sus padres u
otros parientes, los jóvenes la reciben en la entrada de las
instalaciones, que permanecen cerradas. Algunos no pueden contener
las lágrimas al enterarse de que algún ser querido está vivo.

Otros, entretanto, están muy
afectados por carecer de noticias de los miembros de sus familias
desaparecidos.

Maestros y alumnos angustiados

«Los niños y niñas que vemos en la
universidad están exhaustos y angustiados», explica Chen Xuefeng,
Especialista en Protección de la Infancia de UNICEF. «Se trata de
niños provenientes de diversas escuelas de la zona afectada por el
terremoto, que llegan aquí tras una travesía de varios días por
caminos de montaña durante la cual tuvieron que buscar refugio en
los bosques debido a los aterradores temblores».

La Sra. Chen regresó recientemente
de una misión conjunta de UNICEF y el Gobierno de China, cuyo
objetivo consistió en ayudar a los niños y niñas a recuperarse del
estrés psicosocial ocasionado por el terremoto.

«A una chica de 14
años
la llamaron desde la entrada para que se reuniera con
sus abuelos, pero su alegría duró poco, ya que éstos le informaron
que su madre había muerto en el terremoto», dice la Sra. Chen. «¡La
niña está completamente destrozada!».

La misión también descubrió que hay
maestros al borde del colapso nervioso. Algunos han perdido
familiares en el terremoto y están demasiado angustiados como para
atender a las necesidades de sus alumnos.

Intervenciones coordinadas

El 27 de mayo, los especialistas y psicólogos de UNICEF
ofrecieron sesiones de capacitación inicial a los voluntarios que
atienden a los niños desplazados, a quienes se invitó a participar
en juegos en grupo e interactivos. Durante esas actividades se
motivó a los niños a que expresaran espontáneamente sus
sentimientos y emociones.

  

«Un 90% de los niños y niñas que sobreviven a los desastres
naturales como éste son por naturaleza resistentes y pueden
reanudar sus vidas normales después que reciben apoyo psicosocial,
como ayuda para reunirse con sus familias, actividades recreativas,
educación escolar y otras actividades comunitarias», explica
Kirsten Di Martino, que dirige las labores de defensa de los
derechos de los niños de la Oficina de UNICEF en China. «Solamente
un 10% de los niños quedan gravemente traumatizados y se hace
necesario remitirlos a especialistas en orientación psicológica o
en terapia especial».

Las comunidades en general y las personas que cuiden a estos
niños y niñas deberán darles más respaldo psicosocial que les ayude
a liberarse del estrés, empleando para ello actividades en grupo,
como los juegos y la educación escolar.

«Nos preocupa que los niños reciban de trabajadores sociales
voluntarios migrantes servicios que puedan no ser de buena calidad
y que puedan superponerse a otra ayuda que ya estén recibiendo»,
comenta la Sra. Di Martino. «En algunos casos hay dos grupos
diferentes de trabajadores sociales que atienden a los niños
supervivientes, lo que puede agravar sus traumas. El apoyo que se
les da a los niños debería ser coherente y constante».

Preocupación por la seguridad de los niños

Los niños y niñas a los que se albergó en orfanatos y
establecimientos de bienestar social conviven en condiciones de
hacinamiento con personas ancianas y con discapacidad.

«Los niños viven en una grave situación de tensión», afirma la
Dra. Yin Yin Nwe, Representante de UNICEF en China
y Presidenta del Equipo de Gestión de Casos de Desastre. «Conocí a
un niño que había perdido a sus padres. Cuando se le pedía
información sobre sí mismo, sólo podía dar su nombre en inglés, y
nada más».

«Todos los organismos y organizaciones dedicados a la protección
de estos niños», termina diciendo la Dra. Nwe, «tienen una enorme
tarea por delante».

  

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