Crisis de Libia: la historia de las familias que huyen a la frontera de Túnez
Para asegurar la protección de las familias que cruzan la frontera, UNICEF está trabajando en coordinación con las autoridades locales y otros aliados para proporcionar asistencia y apoyo psicológico a los desplazados, desde que llegan a la frontera hasta que dejan el país.
Zennat, 10 años, llegó a Ras Jedir el 5 de marzo con sus
abuelos, padres y hermanos menores. Dejaron la ciudad libia de Ben
Oulid después de cerrar la compañía en la que su padre había
trabajado durante 12 años, y la situación de seguridad se fuera
deteriorando.
Muchos colegios en Libia permanecencerrados con la crisis. Zennat y su hermano menor
esperan que, cuando lleguen a Bangladesh, puedan
volver pronto a la escuela.
Más complicada es la situación de Abu Mohammed, deSomalia. Se había mudado a Libia en 2009, pero con
el estallido de la violencia, huyó a la frontera, junto con su
mujer y su bebé de seis meses. Ahora no sabe dónde
ir. «Tengo 24 años, y nunca he visto un gobierno en mi
país. No puedo volver a Somalia».
Aunque la afluencia diaria ha bajado – de un promedio de 10.000
a 2.000 – es difícil saber lo que está pasando en el otro extremo
de la frontera. El acceso a Libia no está permitido, yUNICEF está preocupado por elimpacto que la crisis actual está
teniendo sobre las mujeres y losniños.
La solidaridad de los jóvenes tunecinos
Las miles de personas que han cruzado la frontera a Túnez
necesitan apoyo. Muchos de ellos llegaron después de días sin agua,
comida, electricidad o gas en casa, y están preocupados sobre lo
que pueda ocurrir.

Se calcula que, desde el 20 de febrero, más de 100.000
personas han cruzado la frontera Ras Jedir hacia
Túnez, para volver a sus países de origen. Cuando llegan a
la frontera, la Media Luna Roja, junto con otros muchos
voluntarios, los reciben y entregan alimentos,agua y mantas.
Posteriormente, los trasladan en autobús a un campamento ubicado
a siete kilómetros de la frontera, donde permanecen hasta que
finalmente los envían a casa. Se estima que unas 15.000
personas están en el campamento, la mayor partehombres.
“No podemos quedarnos sentados mirando lo que ocurre”
Ibtihel, 16, y Oussama, 18, son dos de los estudiantes tunecinos
que han estado ayudando con la distribución de alimentos. Además,
junto con sus compañeros de clase, han lanzado una campaña demovilización de fondos para poder seguir comprando
alimentos.
«Cuando la gente descubrió para quiénes estábamos comprando
comida, nos empezaron a dar productos gratuitamente», dijo
Oussama.
Los tunecinos han mostrado, desde el comienzo de la crisis en la
frontera con Libia, una solidaridad impresionante. Voluntarios,
jóvenes, mayores, todo el mundo ha jugado un papel fundamental para
prestar apoyo a la población afectada.
«No podemos quedarnos sentados y mirar mientras otros alrededor
están sufriendo», afirmó Ibtihel. «Es nuestra obligación
ayudarles».