A través del desierto en el Cuerno de África

Por Michael Klaus, Director de Comunicación de la Oficina de UNICEF para el Este y el Sur de África

Dadaab, este de Kenia. Fue una decisión difícil, pero finalmente Hawa Issak decidió abandonar su hogar. La sequía había destruido todos sus medios de vida, su marido la había abandonado y estaba embarazada. No veía ningún futuro en la región de Gedo, al sur de Somalia, ni para ella ni para su futuro hijo, por lo que se unió a otras 6 familias para recorrer el largo camino de 420 kilómetros, esperando encontrar ayuda en la vecina Kenia.

Caminaron durante 28 días bajo el polvo y un calor abrasador hasta que finalmente llegaron a Dadaab, una pequeña aldea en el este de Kenia, que se ha convertido en el mayor campamento de refugiados del mundo.

El fuerte viento está barriendo los campos abiertos deDadaab. Las caras de los niños están cubiertas de
polvo y todo el mundo tiene dificultades para respirar y hablar.
Los cadáveres de los animales están entre los arbustos secos:no es fácil para nadie sobrevivir en un ambiente tan
duro
.

Los tres campamentos de Dadaab- Ifo,Hagadera y Dagahaley– se crearon
hace años para atender el flujo constante de refugiados que huían
de los combates y la inseguridad en la vecina Somalia, prolongados
durante los últimos 20 años. Pensados en su origen para atender unmáximo de 90.000 refugiados, Dadaab ha ido
creciendo hasta convertirse en el tercer asentamiento más grande deKenia, después del de Nairobi, la capital, y el de
la ciudad portuaria de Mombasa.

La población del campamento ha crecido hasta alcanzar la cifra
de 380.000 personas, la mayor parte de ellos
viviendo en tiendas de campaña improvisadas. Entre enero y junio
han llegado más de 60.000 nuevos refugiados. Desde
finales del pasado mes ha habido otro fuerte aumento, haciendo la
situación más insostenible.

«Mirando alrededor, vemos sobre todo a mujeres y niños», dijo
Elhadj As Sy, Director Regional de UNICEF para el Este y el Sur de
África durante su visita a la

región.»Son a los que más
están afectando el triple choque de la sequía– que
está relacionada con el cambio climático-, el alza del
precio de los alimentos
y el conflictoarmado en Somalia. Las personas han
pasado muchas dificultades para llegar aquí. Están muy
débiles».

Los refugiados en Dadaab, sin embargo, son solo parte de un
problema mucho mayor. Debido a dos temporadas consecutivas
sin lluvia
, el aumento de losprecios de los alimentos básicos
hasta un 200%, así como la intensificación de loscombates en Somalia, el Cuerno de
África se enfrenta actualmente a una de las crisis nutricionales
más graves del mundo.

Más de 10 millones de personas están ennecesidad de asistencia humanitaria en estos tres
países. Entre ellos hay más de 2 millones de niños menores
de cinco años
que sufren desnutrición, de
los que 500.000 están severamente
desnutridos
, lo que amenaza gravemente sus vidas y
requiere atención urgente. Un niño severamente desnutrido tiene
nueve veces más probabilidades de morir que un niño sano.

UNICEF está suministrando alimento terapéuticoa los niños que están en mayor
riesgo
. Los casos más severos reciben leche terapéutica
para estabilizar su estado de salud. Después de 3 ó 4 días, la
leche a menudo puede sustituirse por una pasta de cacahuetes de
alto nivel energético que los ayuda a recuperarse en semanas.
Algunos, sin embargo, llegan al hospital demasiado tarde. La pasada
semana, seis niños murieron en el centro de atención nutricional
del campamento de Ifo.

«Lo más impresionante para mí es ver cómo las madres en esta
situación más extrema, luchan con fuerza para que sus niños estén
bien. Todas quieren que estén bien alimentados, bien educados y que
tengan oportunidades en el futuro“, dijo Elhadj As Sy. «Escuchar
sus historias, con la sonrisa en la cara y esperanza en el futuro
es una fuente de inspiración para nosotros».

En medio del polvo y las dificultades, una de esas historias de
inspiración y coraje es la de Hawa Issak, la mujer
de 21 años de Gedo, Somalia. Poco
después de llegar a Dadaab, dio a luz a su hijo,
el tercero. «Lo he llamado Ibrahim», dice orgullosa y sonriente.
«Estamos a salvo… por ahora».

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