Ana Pastor: «Sí se puede»
Post de Ana Pastor, periodista de CNN.
Tiene el pelo muy oscuro aunque han comenzado a brotarle algunos destellos rojizos. El color almendrado de sus inmensos ojos comienza a fundirse con el amarillo que baja desde los párpados y su barriga equivale ya al doble de todo su cuerpo. He visto muchos niños menores de dos años a los que la hambruna provoca estos efectos antes de intentar matarles de una manera lenta y cruel, pero Ismail se enfrentaba a una prueba diferente. La falta de alimentos se había llevado a dentelladas parte de su piel y había hinchado sus ojos hasta prácticamente dejarle sin vista. Su pequeña boca estaba ahora destrozada por decenas de costras.
Por eso, resulta increíble ver cómo ha
ganado la batalla a la muerte y lo ha hecho en medio de ese
pedregal que hace las veces de campo de refugiados en
Somalia, su país. Ahora, un año después, muerde un trozo
de pan y luce orgulloso una bella papada propia de cualquier bebé.
Su madre, Amina, habla de la vuelta a la vida. Y así es. Ha
regresado de las entrañas del monstruo luchando con un coraje
sobrehumano por quedarse entre los suyos.
Pero ojo, no ha sido un
milagro. Su cura tiene nombres y apellidos: se llamaprograma contra la desnutrición infantil de
UNICEF. Sólo con salvar a un Ismail habría valido la
pena la contribución de sus socios y, sobre todo, el esfuerzo de
sus trabajadores sobre el terreno. Pero la buena noticia es que no
es un caso único. Allí donde muchos gobiernos y organizaciones
políticas internacionales han abandonado a millones de seres
humanos a su suerte y han permitido que se juegue a la especulación
de los alimentos y la muerte, allí UNICEF salva
vidas.
Son como tu hijo o el mío pero son
alguno de los más de 241.000 niños que presentaban
desnutrición aguda en Somalia antes de que se declarara la
hambruna y que consiguieron sobrevivir. Son como tu hijo o el mío
pero son los 1,8 millones tratados en 2011 por desnutrición
en ese país y muchos otros de la zona. Pequeños
supervivientes con un año más de vida gracias a una única y
transversal creencia: Sí es posible.